Desembarco de la Expedición Balmis en Tenerife (1803)
“Desembarco de la Expedición Balmis en Tenerife (1803)”
Óleo y acrílico sobre lienzo,
110×176 cm.
Año 2024.
Patrimonio de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife
Ⓒ El autor y Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife
Este cuadro, obra del artista genovés Davide Battaglia, recrea y conmemora el desembarco en Tenerife de los miembros de la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna el 10 de diciembre de 1803.
REAL EXPEDICIÓN FILANTRÓPICA DE LA VACUNA
El objetivo de la expedición era llevar la vacuna de la viruela a los territorios españoles de ultramar. Los expedicionarios habían llegado la noche anterior en la corbeta mercante «María Pita», comandada por el teniente de fragata D. Pedro del Barco y España. Bajo el patrocinio del rey Carlos IV, la expedición estaba formada por los médicos Francisco Javier Balmis Berenguer y José Salvany Lleopart, asistidos por ocho sanitarios y veintidós niños, a cargo de la cuidadora Isabel Zendal Gómez.
Lo novedoso de la expedición era que el sistema de vacunación consistía en inocular por turnos el fluido vacunal “brazo a brazo” de niño a niño. Los integrantes de la hoy conocida como Expedición Balmis recibieron una calurosa acogida por parte de las autoridades y ciudadanía de Santa Cruz de Tenerife, en lo que representaba la primera etapa de un periplo de tres años (1803-1806) alrededor del mundo vacunando masivamente a la población del imperio español y otros territorios no hispánicos contra el terrible mal de la viruela.
Al tener noticias de tan extraordinaria hazaña, el doctor Edward Jenner, descubridor de la vacuna, considerado por muchos como el padre de la vacunología moderna, afirmó: «No imagino que los anales de la historia hayan aportado un ejemplo de filantropía tan noble y extenso como este». Alexander von Humboldt, a su vez, escribió: «Este viaje permanecerá como el más memorable en los anales de la historia».
MEMORIA TÉCNICA, INVESTIGACIÓN Y BOCETOS
Más de 500 horas de trabajo, desde enero hasta junio de 2024. La obra en sí misma – realizada con una primera capa de acrílico para encajar el escenario, las proporciones, los tonos y una capa definitiva de óleo para definir los detalles y la luz general – ha sido la última etapa (la más larga, unas 400 horas) de un trabajo previo de investigación y bocetos igual de importante, para remontar a como era la Plaza de la Candelaria hace más de dos siglos y para estudiar – en su postura, anatomía e indumentaria – las casi 250 figuras pintadas (las más grandes miden unos 10 centímetros, las más pequeñas pocos milímetros). Por esto, ha sido fundamental la ayuda de cronistas, historiadores de arte, folcloristas, médicos, militares, además del legado de los artistas canarios de aquella época.